8 de marzo de 2009

El Tacto


El tacto es el sentido del que menos hablamos, aunque seguramente sea el más importante. Se puede vivir siendo ciego o sordo y a veces, cuando nos resfriamos, perdemos el olfato y el gusto. Sin embargo, la vida sería muy complicada si no pudiésemos sentir presión ni dolor.
En la piel hay distintos tipos de receptores o sensores que sirven para captar sensaciones como el frío, el calor, la presión y el dolor.
Hay partes del cuerpo más sensibles al tacto que otras.
¿Para qué sirve el dolor? ¿No sería mejor si nunca nos doliese nada?. No nos equivoquemos. El dolor es muy útil, porque es la manera que tiene el cuerpo de decirte que le ocurre algo malo. Sin embargo, hay gente capaz de controlar el dolor con la mente y hacer cosas increíbles. Nadie sabe como lo consiguen, pero demuestran que el dolor se siente en el cerebro y no en el cuerpo.
De los cinco sentidos tradicionales, el tacto es en realidad el único sin el cual no podríamos vivir.
Todos tenemos la prueba de que el tacto se utiliza como medio para obtener información ya desde muy temprana edad, si recordamos que los niños muy pequeños suelen "explorar" los objetos llevándoselos a la boca. Después de la punta de la lengua, la zona de mayor sensibilidad es la punta de los dedos, y esta sensibilidad es el mayor tesoro de que dispone una persona que es a la vez sorda y ciega.
La mano humana es un maravilloso instrumento, del que se ha calculado que es capaz de realizar unos 300 millones de posiciones potencialmente útiles con solamente sus cinco dedos.
A traves de la mano no sólo es posible la comunicación sino que es un excelente medio de obtener información. Quizás podamos tomar conciencia de ello, si nos paramos a pensar en la incontable cantidad de cosas que tocamos a lo largo de un día. Con toda seguridad, pocos de nosotros recordaremos haber tenido contacto con un objeto determinado, pero la persona sordo-ciega va desarrollando el tacto como centro de información. En este proceso intervienen elementos tan importantes, como son la mente y la memoria.
Un sordo ciego nunca deja de descubrir nuevas maneras de utilizar sus manos, ya a través de la práctica perfecciona la concentración y la interpretación mental, a la par que desarrolla nuevos hábitos musculares, nerviosos y cerebrales, que facilitarán su capacidad para la comunicación con los demás y hará que pueda desenvolverse con habilidad su entorno.

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